El fracaso en la empresa, ¿una oportunidad para el cambio?

El fracaso en la empresa, ¿una oportunidad para el cambio?

El fracaso no es, sin duda, el resultado deseado cuando las empresas se embarcan en un nuevo proyecto, aunque es más frecuente de lo que se tiende a pensar. Estudios técnicos al respecto, como el Chaos Report 2015 publicado por Standish Group, señalan que aproximadamente el 70% de los proyectos empresariales no terminan bien, por lo que fracasar es más probable que tener éxito. A pesar de estos datos, nos movemos impulsados por la esperanza del éxito pero, si no fuera así, conviene tener presente que es de vital importancia sacar aprendizajes del propio fracaso. Porque sí, a partir de él también se puede alcanzar el éxito. 

Existen innumerables ejemplos de empresas y emprendedores que se equivocaron al principio, pero que acabaron logrando el éxito más tarde. Como Henry Ford, quien llevó cinco veces a su empresa a la quiebra antes de lograr su magnífico ascenso en el sector automovilístico; o Akio Morita y Masaru Ibuka, los fundadores de Sony, que comenzaron con la fabricación de ollas a presión defectuosas que no podían vender. También empezó mal la carrera empresarial de Bill Gates, quien abandonó sus estudios en Harvard para montar su primer negocio, el cual terminó en bancarrota. Sobre esto ttambién sabe James Dyson, inventor de la aspiradora que lleva su nombre, quien decía: “disfruta y aprende del fracaso, porque del éxito no aprendemos nada”. 

Sin embargo, resulta complejo explicar y entender esta estrecha relación, la cual se encuentra en nuestro sistema neurológico, debido a que aprendemos por un sistema de ensayo y error. En este sentido, los especialistas en gestión del cambio hablan de la importancia de la “gran crisis” como la causa que provoca un cambio exitoso. Es decir, si no se produce la crisis, no llegamos a percibir la necesidad de que hay que cambiar. 

En muchos casos, los productos que mejor funcionan entre los usuarios fueron inicialmente rechazados, pero tras aplicar un proceso de reinvención, por ejemplo con la propuesta de un uso del producto diferente al originalmente planteado, se ha logrado transformar el fracaso en éxito. Este es el momento clave del proceso de creación de valor. 

No obstante, no debemos idealizar el fracaso. La realidad es que muchas empresas y emprendedores jamás se recuperan, sobre todo cuando éste sobrepasa a las personas y afecta a los cimientos de la organización y a la marca. Además, hay que tener en cuenta que, en el caso de que el proyecto pierda por completo su significado, llegar a recuperarse puede convertirse en un proceso complejo y largo que, en muchos casos, nunca llega a producirse.

Pero también hay que tener presente que los administradores flexibles, los directores de empresas en procesos de cambio constante o los equipos de trabajo con madurez suficiente para el análisis son profesionales que ven el fracaso como una fortaleza, toda una una fuente de aprendizaje que sirve para construir un futuro mejor basado en un rendimiento mejorado a largo plazo.

Manuel Vaca de Osma