Beneficios de la acción climática para las empresas

Beneficios de la acción climática para las empresas

Con motivo de la celebración del Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, el 28 de enero, en Mazars queremos aprovechar para reflexionar sobre la mayor amenaza de nuestro tiempo, el cambio climático, y las oportunidades que representa para las empresas el sumarse a la acción climática.

A pesar de que aún nos encontramos atravesando la grave crisis provocada por la COVID-19, con todos los efectos devastadores que ha provocado y que, por desgracia, continúa provocando en la sociedad y la economía mundial, esta situación se presenta también como una gran oportunidad para reflexionar y reorientar los esfuerzos de la recuperación hacia una economía más sostenible, especialmente en términos climáticos.

La reducción de emisiones, una necesidad

Según el  Boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre el estado de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera según las observaciones mundiales hasta 2020, las concentraciones atmosféricas globales de los principales GEI volvieron a alcanzar niveles máximos en el año 2020 (CO2=413,2 ppm, CH4=1889 ppb y N2O=333,2 ppb), y sus tasas de aumento anuales registradas (CO2=2,5 ppm, CH4=11ppb y N2O=1,2 ppb) fueron superiores a la media de los últimos diez años (CO2=2,4 ppm/año, CH4=8 ppb/año y N2O=0,99 ppb/año), todo ello a pesar de que las emisiones de CO2 de origen fósil a nivel mundial disminuyeron en un 5,6% en 2020 debido a las medidas restrictivas derivadas de la pandemia.

Por tanto, la ralentización económica causada por la pandemia mundial no tuvo apenas efectos aparentes en los niveles atmosféricos de los GEI ni en sus tasas de aumento, a pesar de que sí se produjo un descenso transitorio de sus nuevas emisiones.

Si el ritmo actual de aumento de concentración de GEI en la atmósfera se mantiene, la temperatura media del planeta podría ascender hasta 4ºC a final de siglo

Según la comunidad científica internacional, si no se reducen las emisiones de manera contundente y se sigue con el ritmo actual de aumento de las concentraciones de GEI en la atmósfera, la temperatura media podría llegar a aumentar hasta 4ºC a finales del siglo en el peor de los escenarios, lo que tendrá consecuencias devastadoras para el medio ambiente y repercusiones socioeconómicas de gran alcance. Por ello, es de vital importancia pasar a la acción para asegurar el bienestar de nuestro planeta y de la sociedad, así como la continuidad del tejido empresarial y del sistema económico en su conjunto.

La lucha contra el cambio climático es ya una emergencia a nivel global y la sociedad está cada vez más concienciada de ello y demanda un mayor compromiso empresarial con la acción climática. Este hecho supone, sin duda, un importante desafío para el sector privado, con un impacto directo en sus procesos, productos y servicios. En este contexto, las organizaciones deben necesariamente invertir en innovación e implementar las medidas necesarias para reducir el impacto ambiental de sus actividades, contribuyendo a la transición hacia una economía baja en carbono.

Beneficios de la acción climática para las empresas

Son muchas las compañías de todo el mundo que ya han interiorizado que el cambio climático plantea nuevos e importantes riesgos y oportunidades para su competitividad, crecimiento y desarrollo y están transformando el desafío climático en una oportunidad. ¿Qué beneficios plantea la acción climática para las empresas?

  1. El análisis de posibles escenarios futuros permite a las empresas aumentar su resiliencia y competitividad, pudiendo anticiparse para mitigar los riesgos climáticos y aprovechar las oportunidades mejorando su capacidad de respuesta ante las trasformaciones a las que se podrían tener que enfrentar en un futuro.

  2. Adelantarse y prepararse para cambios en las políticas públicas es sin duda un beneficio clave de pasar a la acción. Reguladores y supervisores de todo el mundo están aprobando o anunciando el establecimiento de nuevas normativas que afectarán a empresas de los más diversos sectores económicos.

    A la cabeza de esta tendencia se encuentra Nueva Zelanda, habiéndose convertido en el primer país en implementar obligatoriamente las recomendaciones del Task Force on Climate-Related Financial Disclosures (TCFD), o el Reino Unido, que ha trazado una hoja de ruta para implementar como obligatorias las divulgaciones financieras sobre cambio climático en base al TCFD para grandes compañías e instituciones financieras para 2025.
    España, por su parte, también es pionera en este ámbito con la aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, donde establece obligaciones en materia de divulgación no financiera sobre cómo el cambio climático impacta e impactará sobre empresas cotizadas, entidades de crédito, entidades aseguradoras y reaseguradoras y sociedades por razón de tamaño. Esta obligatoriedad deberá materializarse a través de la presentación de un informe de carácter anual en el que se haga una evaluación del impacto financiero de los riesgos asociados al cambio climático generados por la exposición de su actividad, incluyendo los riesgos de la transición hacia una economía sostenible y las medidas que se adopten para hacer frente a dichos riesgos financieros.

    Por su parte, la Unión Europea, mediante la aprobación del Reglamento 2020/852 y su llamada Taxonomía, está impulsando y promoviendo la calificación de actividades sostenibles desde el punto de vista de mitigación y adaptación al cambio climático, entre otros aspectos, para así avanzar hacia una transición a una economía baja en carbono.

  3. Estas trasformaciones reglamentarias plantean a su vez oportunidades de negocio para las compañías por la aparición y expansión de diversos nichos de mercado. En especial, estos nichos se encuentran en el sector energético, y más concretamente las energías renovables, el trasporte y la movilidad sostenible, la construcción o la ingeniería, entre otros.

  4. Además, la acción climática es cada vez más demandada y objeto de crítica y evaluación por los distintos actores de la sociedad, por lo que un buen desempeño en este ámbito podrá comportar una mejora de la reputación para las empresas con sus clientes, inversores, empleados y otras partes interesadas.
Las compañías deben invertir en innovación e implementar las medidas necesarias para reducir el impacto ambiental de sus actividades

Por su parte, no podemos dejar de mencionar que, en el escenario actual, los distintos proveedores de capital están cada vez más alineados con la lucha contra el cambio climático y a favor de contribuir sustancialmente hacia la descarbonización de la economía ofreciendo mayores facilidades y mejores condiciones en la financiación de proyectos que son ambiental y climáticamente respetuosos y sostenibles.

Parece claro que la inacción climática ya no es una opción para el sector privado en el corto-medio plazo, por lo que la siguiente pregunta que deben realizarse las organizaciones es: ¿Por dónde comenzar para sumarse a la acción climática? 

Margarita Nuche